viernes, 13 de noviembre de 2009

ENDIABLADA MAÑANA U.MINAS 1 , D. ROJOS 2

Tomamos la nota publicada por la mejor Web que informa sobre el futbol de la Copa Perú (dechalaca.com).
Esta vez quisimos publicar la nota de una fuente imparcial para ver como aprecian el desempeño de nuestro equipo desde otra optica
TRÍO ENDIABLADO. Unos 3,800 espectadores llegaron al Municipal de Orcopampa para esperar un arranque arrollador de su equipo, como ha ocurrido a lo largo del año. Pero el rival era de otra madera esta vez. Diablos Rojos se paró desde el saque con jerarquía, con un trío de lanzadores que hizo y deshizo, denotando un buen estado físico: el experimentado Dagoberto Goyzueta, Elí Sánchez y, sobre todo, un endiablado Wilber Ramírez, que con sus proyecciones y buen toque causó estragos en la zaga orcopampina.
UN GOLPE TEMPRANERO. Pegó bien la visita en una de esas escapadas de Ramírez, quien se internó por el centro, rompió la marca de Bolaños y remató seco al gol. El portero Peláez respondió poniendo los puños, pero la violencia del tiro fue tal que el rebote salió directo al medio para que Diego Silva, quien fungía de único punta en la visita, pudiera empalmar en primera y enviar el balón al fondo.
VARIOS GOLPES TEMPRANEROS. Al rato, se produjo la acción que determinó el curso del partido. Héctor Quintana cometió dos faltas casi seguidas sobre Édgar Romaní y el árbitro Alata, atento a las acciones, le sacó las amarillas correspondientes y lo mandó a las duchas. Diablos Rojos quedaba con la contención desarticulada, pero en ese momento se produjo una gresca de proporciones en la que los dos hombres más experimentados de cada equipo terminaron agrediéndose y viendo también la roja: Romaní por el lado orcopampino y Miguel Ortega por el de los juliaqueños. Pero perdió mucho más el local: el 'Chorri arequipeño' era el que tejía fútbol en mediocampo, y la responsabilidad de crear solo le quedó grandísima a Jimy Bustos.
DOBLE O NADA. En la visita, en cambio, el 'Gato' Espino reacomodó rápido el esquema haciendo ingresar a Diego Zevallos y sacrificando a Silva, el autor del gol. Jugó, así, nominalmente sin delanteros, aunque entre Goyzueta y Ramírez se las ingeniaban para causar peligro. Así, generaron una falta que el segundo, como en las épocas en que vestía la chompa del Alfonso Ugarte, definió de modo magistral: un tiro libre disparado al medio con comba que hizo estéril la resistencia de Peláez. Diablos Rojos era más y lo ratificaba en el marcador.
CONTROL INFRUCTUOSO. Minas sintió el golpe y se lanzó adelante. Más con pujanza que con orden, logró rápidamente el descuento gracias a un zurdazo de Alberto Monserrate, quien le cruzó el balón a Teddy Ramírez. Pero allí quedaría todo en adelante, porque los verdiblancos fueron tapados en las zonas claves. Tenían el balón, pero no causaban daño. El 'Chivo' Neyra apostó por Arias y Ravello, dos hombres veloces, para romper el cerco que había tendido Diablos Rojos -sacrificando a Talavera, que se había proyectado con frecuencia en el arranque del cotejo-: pero Minas se llenaba de pelota y no creaba ocasiones de peligro.
RELOJ QUE MARCAS LAS HORAS. Los juliaqueños, en cambio, llegaban poco pero lo hacían con peligro. Le tocó a Ramírez una vez más, proyectado por derecha, pero su desborde no llegó a buen puerto. Goyzueta, para ese momento, ya había dejado el campo entre aplausos del propio público orcopampino, quien reconoció el aporte que su cuota de experiencia le dio al partido para otorgarle nivel. Unión Minas acabó perdiendo por segunda vez en su cancha en el año (antes le ocurrió con Juventus Corazón en la Liga Superior) y quedó complicado de cara al choque de vuelta, aunque las dos expulsiones claves en Diablos Rojos -sobre todo la de Ortega- le reserven aún algo de crédito para el choque de vuelta

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